En Olivar de la Luna estamos asistiendo expectantes a la terminación de la floración de los olivos. Este año la floración ha sido un poco tardía, pero ya desde el mes pasado los olivos han venido desarrollando sus botones florales, “la trama” que se llama en términos olivareros.
Con los primeros calores abren sus flores y se visten de blanco con miles de diminutas florecillas. Una vez abierta la flor se puede apreciar si la fertilidad es adecuada observando en su cáliz la existencia de un puntito verde que es la promesa de la futura aceituna.
Olivareros y olivareras esperamos con impaciencia e inquietud este momento, pues la flor es muy sensible a los contratiempos meteorológicos y un calor o frio excesivos pueden dañar la flor y mermar la cosecha. Una vez desprendidos los pétalos, queda la diminuta aceituna suspendida de los olivos y comienza su particular odisea veraniega de maduración.
Hay una adivinanza popular sobre el nacimiento y maduración de la aceituna que dice así:
“Nací en blanca cuna,
luego de verde vestí,
y ahora, que visto de luto,
todos se acuerdan de mí…”